martes, 20 de agosto de 2013

La mejor plataforma para un buen crecimiento económico es la educación



Los recursos humanos son necesarios para el desarrollo de la economía en un país, hasta son más importantes que los recursos naturales. La educación es una fuente de riqueza que no termina, al contrario de los recursos naturales, los cuales son limitados.

Para la economía es importante tener una buena calidad de educación, ya que de esta manera hay personas más capacitadas para hacer crecer el desarrollo del país. La creación de empresarios y el saber organizarse es tarea y producto de la educación.  

Los países tienen un capital humano cuando a su población activa se le ha entregado una educación general actualizada, que incluya la tecnología,  de cierta forma que pueda  utilizar en la producción una gran cantidad de conocimientos.

La educación para un desarrollo económico se da esencialmente en la educación media y superior, o sea, la alfabetización no es un factor concluyente. Para que los países pertenecientes al tercer mundo alcancen un progreso seguro son necesarios tres mecanismos fundamentales: proyección, mejor calidad de educación escolar y universitaria, y  una mayor inversión de capital.

La educación es más trascendental que el capital ya que únicamente una población educada logra sacar provecho a las inversiones económicas. De otra manera, un nivel económico superior requiere una mayor educación, ya que demanda más cantidad y calidad de conocimientos. Se necesitan más perfeccionamiento como doctorados o post-grados,  y también una variedad de carreras.

Es interesante decir que el desarrollo del país está en manos de las mismas personas que forman el país. Los políticos podrían ver la educación de calidad como una inversión para el país, ya que traería grandes ganancias y tendría una población más activa y económicamente estable. Al preocuparse de la educación de un país, también alentaría a la población a tener una vida más tranquila y feliz, de esa manera podrían asegurar su futuro y el de su familia.

Por Pilar Bezanilla y Bernardita Cruz

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